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El lunes 26 de Agosto de 2019 el Gobierno de Chile anunció un paquete de medidas para reactivar la economía. Entre dichas medidas está volver a insistir con la idea de que los medicamentos sin receta se puedan vender en supermercados. Esta es la tercera vez que el presidente Sebastián Piñera busca aplicar esta alternativa. Esto porque en su primer período de gobierno se envió un proyecto de ley para dichos fines, el cual fue rechazado en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. El año pasado volvió a insistir con una indicación a la ley de fármacos II. Sin embargo, tampoco tuvo el visto bueno del Congreso.

Entre los argumentos para defender esta medida destaca la posible disminución de precios de medicamentos. Un estudio del 2018 a cargo del SERNAC (1)  detectó que en las cadenas de farmacias más grandes, el Omeprazol de 20mg, Atorvastatina de 10mg y Atenolol de 50mg, registraron las mayores diferencias de precios, que van desde 1.950,7% como es el caso del Atenolol, hasta los 3.162,8% para el Omeprazol, respecto del precio del bioequivalente con denominación genérica respectivo. Es decir, diferencias relevantes considerando que corresponden a fármacos destinados al tratamiento de enfermedades crónicas y/o de alta demanda en Chile. Todos estos medicamentos se dispensan con receta en farmacias. Es decir no se está atacando el problema principal.

El gasto de bolsillo de las familias en medicamentos es un 29% del gasto total en salud (2).

El gobierno no tiene estudios para aseverar que esta cifra disminuirá considerablemente con la propuesta de venta de medicamentos sin receta en farmacias.

Otro aspecto negativo de dicha medida es el aumento de la automedicación, con ejemplos de países que ya han tenido o tienen esta experiencia. En el caso de Argentina (3), el año 2009 se prohibió la venta de medicamentos en quioscos y supermercados principalmente por un aumento de la automedicación desinformada e intoxicaciones que aumentó el gasto fiscal de dicho país desde que se implementó la medida en 1991.

En nuestro país, la automedicación ha aumentado y tiene índices preocupantes que valen la pena analizar. Según un estudio de la Universidad de Valparaíso con datos del Minsal, cada año 11 mil chilenos son internados por causas de intoxicación de medicamentos y más de 100 personas mueren por la misma causa (4). Aumentar el acceso a medicamentos sin mejorar la educación, supervisión profesional o información en general solo para asegurarle un nicho de negocios a un pequeño número de grandes empresas es a todas luces, legalizar un acto que atenta contra la salud de la sociedad chilena y transita en dirección contraria a las políticas públicas que debiesen promoverse como lo son disminuir la automedicación y aumentar la fiscalización de la venta informal de medicamentos.

La farmacia es un Centro de Salud según el Decreto Supremo 466 presente en el actual Código Sanitario. Está dirigida técnicamente por un químico farmacéutico que es un profesional universitario del área de la salud y también apoyado en sus labores de dispensación y entrega de medicamentos se encuentran los auxiliares de farmacia, quienes están preparados, supervisados y apoyados por el profesional en todo momento de la atención a los pacientes.

El medicamento, por su parte, es una sustancia que sirve para curar o prevenir una enfermedad, para reducir sus efectos sobre el organismo o para aliviar un dolor físico. Es, por lo tanto, parte importante de un tratamiento y es así como se considera más un bien social que un bien de consumo, a diferencia de otros productos.

Nos parece lamentable que la salud de los chilenos pase a ser solo un esbozo de medidas para estimular la economía del país y que esta discusión la lleve el Ministerio de Economía y no el de Salud.

Es por todo esto que como Químicos Farmacéuticos pertenecientes a la Asociación de Farmacias Independientes (AFICH) rechazamos tajantemente la intención del gobierno de autorizar la venta de medicamentos sin receta en supermercados y negocios de otro tipo. Como gremio estamos disponibles en cada farmacia del país para guiar a los pacientes en el uso racional de los medicamentos y evitar mal uso de éstos, orientando gratuitamente a la población, sobre todo en zonas donde grandes farmacias o supermercados no están presentes. Una desregulación sanitaria en la venta de medicamentos solo promueve la tesis de que la salud en Chile se sigue fortaleciendo como un negocio.